Por: Oscar A. Heredia Vargas* Como lo menciona L. Álvarez: “Ciudadanía es una condición de los individuos que se expresa en la relac...
Por: Oscar A. Heredia Vargas*
Como lo menciona
L. Álvarez: “Ciudadanía es una condición de los individuos que se expresa en la
relación Estado–Sociedad. Es la existencia de un orden jurídico formal
que exalta la condición legal e igualitaria de los individuos ante la ley, de
reconocimiento de deberes y derechos que deben observar Estado y ciudadanos”.
Es decir la ciudadanía existente o formal.
Al mismo tiempo coexiste otra ciudadanía que es la que hace
efectiva a la anterior, “la ciudadanía sustantiva” o ciudadanía
efectiva” que es el resultado “de la oposición, del conflicto y de la lucha
entre individuos y grupos por el acceso y control de los recursos” (Tamayo).
“Es la que ejerce y se realiza a partir de las practica sociales y políticas”
(L. Álvarez).
En este contexto, para la mayoría de los ciudadanos la política
es como un pozo sin fondo, lleno de contradicciones, decepciones, angustias y
pérdida de esperanza. Sienten que se ha extraviado el sentido de la democracia
y del contrato social de ese “acuerdo que merece la pena”.
En varios países a pesar del contrato social en las mentes
-obtusas democráticamente- de sus gobernantes, parece no estar presente ni
siquiera la ciudadanía formal y –peor- la ciudadanía sustantiva. La democracia
la utilizan para sus propios intereses, para adueñarse de las riquezas y ahora
último con mayor énfasis para “encarcelar” el pensamiento crítico.
Esos gobernantes, ante cualquier expresión de desacuerdo sobre
la base de la razón, la inteligencia y la verdad, desacreditan, amenazan, meten
miedo, chantajean, reprimen, encarcelan, persiguen inmisericordemente al
disidente. Utilizan el sofisma -arrastrar la verdad-, para promover el odio, el
rencor, la ira, la venganza y la envidia. No son capaces de dar protección
social y política al pensamiento crítico.
Quienes nos gobierna, de manera jurásica, nos tratan como como
si nosotros los ciudadanos no respetaríamos el “contrato social” y como si
estuviéramos en un “estado de naturaleza” como lo describió T. Hobbes: Viviendo
en caos y en anarquía, a partir de nuestra naturaleza egoísta, bestial y de
placer, sin posibilidad de confianza ni de cooperación.
Nuestros gobernantes, con olor a naftalina, “han perdido el
espíritu de la época, han perdido el clima intelectual y cultural de la era,
han perdido el Zeitgeist: El tiempo vital” (Ortega y Gasset). Por lo tanto, es
tiempo de desmitificar a
esos gobernantes. Ahora les toca replegarse, pues, han perdido la oportunidad
ganada.
Rechacemos todo lo antidemocrático: “Las prácticas de los
actores constituyen ciudadanía porque buscan hacer efectiva su pertenencia a la
comunidad política y social. (L. Álvarez) ¡Es nuestro tiempo!
*Oscar A. Heredia Vargas es docente emérito de la UMSA
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